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The Space Machine

The Space Machine - Christopher Priest La máquina espacial tiene el curioso honor de ser una especie de secuela no oficial de La guerra de los mundos, y una especie de precuela también no oficial de La máquina del tiempo.

Priest, autor de El mundo invertido y El prestigio, nos da un nuevo vistazo a los acontecimientos de La guerra de los mundos, visto a través de los ojos de un nuevo grupo de personajes y ampliado en gran medida. El autor recrea escenas familiares del asalto a Londres de la novela original, así como una mirada de cerca a la civilización marciana.

En la Inglaterra de finales del siglo XIX, Edward, un joven vendedor viajero, conoce a Amelia, asistente de Sir William Reynolds, un brillante científico. De visita en la casa de Reynolds, se entera que ha inventado nada menos que una máquina para viajar por el espacio y el tiempo. Cuando Sir William se ausenta, Amelia le sugiere que ella y Edward tomen prestada la máquina espacial. El viaje provisional, un pequeño salto al futuro, se complica y la maquina los envía a un mundo desconocido y hostil que resulta ser Marte.

Allí descubren que los marcianos, usando como esclavos a criaturas humanoides, están preparando una invasión a la Tierra construyendo una flota de naves espaciales en forma de cilindros. Los viajeros regresan a la Tierra a bordo de uno de las primeras naves espaciales cayendo en las orillas del Tamesis, siendo ésta la primera nave que se menciona en La guerra de los mundos.

Escrito en 1976, el autor ha hecho grandes esfuerzos para canalizar el espíritu de H.G. Wells y logra hacer funcionar un estilo coherente con el entorno victoriano. Los diálogos suenan como que podría haber sido escrito en la década de 1890 y el romance entre Edward y Amelia presenta muchas oportunidades para burlarse de los prejuicios y modales entre los sexos en aquella época.

También hay que decir que los lectores habituados a ideas más sofisticadas en la ciencia ficción moderna pueden verse frustrados por los pseudo elementos científicos de la historia y el mencionado diálogo pintoresco.

Wells no incorporaba demasiados elementos científicos en La Guerra de los mundos, y el intento de Priest de invertir la historia con una descripción mucho más acabada de la tecnología marciana no funciona demasiado bien.

Se recomienda su lectura solo si se es un gran aficionado a Wells o en todo caso a Jules Verne. No más.